Palmira, la perla del desierto

Palmira, la perla del desierto

Situada en los confines del desierto sirio, en la moderna provincia de Homs, la ciudad nabatea de Palmira se transformó en provincia romana en el siglo I. Se trataba de un punto geoestratégico rico en recursos naturales y fronterizo con Roma y Persia, la \\\\\\\'perla del desierto\\\\\\\' era parada obligatoria de las rutas de caravanas.

A mediados del siglo III, se produjo el nacimiento de Septimia Bathzabbai Zainib, más conocida como Zenobia. Esta contrajo matrimonio con el príncipe Septimio Odenato de Palmira y a la muerte de este  Zenobia tomó sin ningún titubeo la dirección del reino, en calidad de corregente, a la espera de que su hijo alcanzara la edad para poder reinar. Si bien su reinado fue muy fugaz, consiguió dotar a Palmira, que por aquel entonces superaba los 150.000 habitantes, de un esplendor hasta entonces desconocido. Aún hoy podemos contemplar las majestuosas ruinas de las columnas corintias de más de 15 metros de altura de su vía principal, de templos como el del Sol, de monumentos y edificios como el teatro, o de los jardines y las estatuas de héroes y benefactores.

Por todos estos monumentos Palmira es erigida como patrimonio de la humanidad en 1980 y recibiría mas de 150.000 visitas al año para contemplar todo su esplendor.

Con la llegada al poder del grupo extremista Estado Islamico (EI) toma el control de la localidad de Palmira y de sus ruinas grecorromanas. El teatro de la ciudad se convirtió al poco en macabro escenario de ejecuciones filmadas y expuestas al mundo entero en una muestra absurda de poder.

El 24 de agosto de 2015, E.I. instaló explosivos y los hizo detonar en las bases del Templo de Bel , como antes había hecho con el cercano TEmplo de Baalshamin, dando inicio así a la destrucción del histórico lugar.

La principal atracción de Palmira eran sus muy bien conservadas ruinas, entre las que se destacaba el templo de Bel. Edificado en el año 32 d.c., fue consagrado al culto de Bel, el dios supremo feniciocananeo, cuyo nombre significa amo. Era el dios supremo para los habitantes de la ciudad, el dios de los dioses. Este templo fue convertido en iglesia en el siglo IV.

A pocos metros del templo comienza una gran columnata de 1200 m que era el eje principal de la ciudad, que llegó a tener cerca de 200.000 habitantes (número enorme para una ciudad de aquella época). Entre las columnas, por la amplia calle, transitaban los carros y cabalgaduras, y por debajo de los largos pórticos columnados laterales caminaban los peatones. A los lados de la extensa columnata hay una serie de ruinas en mayor o menor grado de conservación: el templo de Nebo, antigua deidad babilónica; el templo funerario; el campamento de Diocleciano, que antes había sido el palacio de la reina Zenobia; el teatro y, entre otros, el ágora o gran plaza pública donde se realizaban operaciones comerciales y se discutía. Un poco alejado de la columnata hay un hermoso templo cuya función no se conoce con exactitud, pero el edificio se conserva muy bien.

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