DON FELIPE LÁIZ FERNÁNDEZ
Para abuelo Felipe de Mario:
Hola abuelito,
¿Qué tal por el cielo? Aquí te echamos mucho de menos. ¿Sabes? Con lo pequeño que soy, recuerdo tantas cosas de ti...
Un gran artesano. Gracias por mi cuna, sé que llevó mucho trabajo, y ¡cómo no!, por mi caballito de madera. Me lo hiciste cuando apenas llegaba y ahora me monto en él todas las noches, sé que se llama Fierabrás - como el burro de Cantinflas -, que el nombre lo elegiste tú, sé dónde tiene los ojos, la nariz, la boca...
Gracias por venir a verme tantas veces desde el pueblo, por tirarte al suelo a jugar conmigo, por quererme tanto... ¡Ah! y por venir a conocerme el día que nací!. Me dijeron que estabas malito, pero aún así viniste... también me dijeron que nos parecíamos mucho cuando teníamos el gorro puesto!
¡Qué rico el pollo guisado con champiñones que nos hacías los domingos! ¿Sabes?, ya no me gusta tanto... Me gustaba el tuyo!. Y el cocido con la sopa, y la fabada... ¡Qué buen cocinero, abuelito!
Los domingos eran un día muy especial porque íbamos a verte a Valencia. Me encantaba jugar con el bote de la crema, los auriculares, la caja de CDs... ¡Cuidado que tenías trastos!. Me gustaba mucho cómo me subías los calcetines cuando me levantaba de la siesta para que papá me pusiese las zapas.
¿Sabes? El otro día estrené la bici, la que tú me regalaste. ¡Es de bomberos y tiene sirena!. ¡Me encanta!. Te enseño una foto...
Te echo mucho de menos abuelito...
Te quiero.
Mario.
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